Cartas perdidas, I


El ping – pong es un deporte estúpido, para nada espectacular. Es, además, un deporte de hombres, como casi todos los deportes (incluso el sexo, que recién en el siglo XX se femeneizó).

No sé qué había con los mendocinos, uno sabía que algo estaba mal con ellos, ya de por sí eran prepotentes, como los chilenos.

Trato de recordar imágenes televisivas de ping pong: un video de Radiohead (justo mi canción preferida), Forrest Gump (aunque la imagen que prevalece es de Forrest Gump corriendo, Forrest Gump pescando, Forrest Gump caminando con Jenny). Por último: yo a los seis años en la casa de un amigo de la infancia. Recuerdo que él tenía pecas y que cuando me mudé envió una carta diciéndome que me extrañaba (obviamente la había escrito la madre) y que estaba aprendiendo a dibujar (adjuntaba la foto de un tigre).

Olor a lavanda, o a peperina. “Eso es lavanda”, dice el Facu. Siguen jugando.

Es una pelota chiquitita, naranja, de superficie lisa y demasiado liviana. La velocidad no me permite controlar el golpe. La pelota sale disparada, atraviesa justo un ventanal.

Somos ocho. Nueve, contando mi hermana. Ella juega con la mochila en la espalda, es la primera vez que viene. Se ríe. Pierde, no le gusta perder. Creo que está incómoda. Mientras tanto, uno recibe un pelotazo en la cabeza. “Es zurda”, percibe uno. “Juega con mochila y es zurda”.

Las raquetas de ping pong son verdes. A veces azules, rojas, pero en algún lado verdes. La mesa de ping pong también es verde. Los japoneses son buenos en el ping pong. Debe tener algo que ver con la tecnología, con los bonsáis, con el culto al detalle. Pierdo otro punto.

Una mesa plegable. Al terminar el partido, se cierra. Otro simulacro, otro artefacto portátil. Se parece al sexo, a las relaciones humanas. “Pura carne”, susurra mi hermana.

Entonces qué. 21 – 7. Partido. Final.

Lo mejor es viajar solo. A dedo, sí, pero solo. El mundo se abre, uno se abre, no se puede hacer otra cosa. Uno aprende cosas como: la gente del norte es cálida, los mendocinos son orgullosos, en Córdoba hace mucho calor. Dormir se puede hacer en cualquier lado, al menos con un poco de luz.

¿Por qué recuerdo esto? ¿Por qué del día de hoy recuerdo esto? ¿Por qué escucho “estar abierto al mundo” y siento un coletazo en el estómago que se acopla al significado de “culpa”?

Marihuana en soledad para acompañar la lectura con posterior tomada de Nescafé. Ella olía a árboles. Ella olía a lluvia. “Olor a carne”. “Calor con marihuana”. “Olor a carne, a Nescafé, a lluvia”.

La última discusión es sobre reglamentos. ¿Se puede usar ese golpe de esa manera? ¿Se puede apoyar la mano en la mesa, jugar con una mano y fumarse un cigarrillo con la otra? ¿Cuándo es el mundial de ping pong?

“¿Te vas?”. “Sí”. “Nos vemos”. “Chau”.

Camino sólo una cuadra.

“Todos estaban fuera del espejo. Sólo el fuego estaba dentro.
Como si el fuego tuviese una puerta”.



PD: Sigo quemado con lo de las dos historias. Plata tengo pero en lugar de prestarte te voy a comprar un librito. Hay unas cuántas cosas que me gustaría recomendarte. Además: hace mucho que no escribo poesía. Estoy molesto por eso. La bicicleta se me rompió.
Hay días que me aburro, otros no.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Historia de amor?

Pablo Natale dijo...

Si?
Es que todas las cartas son de amor (sic).
¿No te parece una descripcion interesante de un partido de ping pong un dia choto de verano?

Pd: me sobran unos mangos. Recomendame un muy buen libro. por favor.

pequeño ofidio dijo...

Perdón, ¿alguien mencionó un buen libro? Acabo de releer El odio a la música de Pascal Quignar... ¡delicioso!

Pero yo sólo entré aquí para concordar con su sagaz observación. Deportivo y masculino son casi sinónimos.

Prometeo della Sierra dijo...

Está bueno.

Anónimo dijo...

Hi, baby

Sandrina dijo...

Querés un buen libro?
"Pero...Hubo alguna vez once mil vírgenes?" de Enrique Jardiel Poncela.
Bah.. nose, a mi me gustó.
Te mando un beso enorme

Pablo Natale dijo...

Deportivo (y con pelota), será. O será lo deportivo, en general.
Gracias por la recomendación, ojalá no me saquen la cabeza. Por el libro.

D: Hablando de libros. Tengo miedo que un día quemes mi casa.

:Hi pussy with diamonds.

Sand: recibido el beso alemán, suizo, austríaco, de donde sea. Más fotos de caballitos en plaza!

Prometeo della Sierra dijo...

Eh, no te quemaría el rancho. Aunque es una considerable desventaja para vos que yo sepa dónde vivís y vos no sepas dónde vivo. Supongo que algún día pasaré por tu rancho y recuperaré mi libro.
Aquí me pongo a cantar...

Pablo Natale dijo...

Je.
Te gané de mano.
Me gustarìa que me cuentes uno de estos días que pasó con tu libro.
Gracias por la biblioteca esa preciosa que linkeaste en tu blog.
Deleuze!!

Diomedes devenido multiplo: si, desventaja. Gracias por llamarlo "rancho". Pero sé que te puedo encontrar en las playas veraniegas de ciudad verde mirando nadar culos. Soy el que no se peina hace dos años.

. dijo...

Perdón ¿Tocayo? Estuve ausente un tiempo, ya debés haber comprado libro, pero si no, te recomiendo Dorothy Parker - Narrativa Completa.

Pablo Natale dijo...

No.
Todavía no cobré.
Creo que Fonseca alguna vez hablo de eso?
Suertes, y gracias, tocayo.

Anónimo dijo...

Fonseca? No será el "cabeza" Fonseca, no?

Pablo Natale dijo...

Fonseca. Ese que tiene mitad pinta de integrante de mambrù, mitad de jesús pasado por agua.
El que anda presentando múltpiles revistas. Ese.