Nono


Salimos el tres de enero rumbo al sur. La meta específica era, más o menos, Neuquén. Decidimos tomar un colectivo desde córdoba capital hasta un pueblo aledaño e intentar el resto del trayecto haciendo autostop. Elegimos, como salida, Carlos Paz. Yo llamé a Ana desde la terminal, le dije que nos íbamos, me preguntó con quién, a dónde, sólo dije que tardaría en regresar y corté. Marianito en ese momento me esperaba del otro lado de la puerta de la cabina, tenía la boca entreabierta y casi apoyada en la ventana, como si estuviera, otra vez, al borde de empezar a hablar. Dijo que iba a ser un viaje inolvidable, que no se podía esperar nada menos, intentó contarme algo de su chica. No lo dejé. Vi que un colectivo arrancaba escaleras arriba, y salí corriendo. No era, de ningún modo, nuestro colectivo. Marianito sonrió y trató de tomarse las cosas con calma y con humor. En el resto del viaje mantuvo esa postura facial, el mismo gesto idiota, entrecortado y optimista en la cara.
Apenas nos levantaron unos kilómetros.
Nunca llegamos a Neuquén.


- Sólo somos ruinas moviendo ruinas...
- Escuchate este chiste, me lo acabo de acordar.
- ...y las ruinas, si son ruinas, no podrán ser levantadas por nadie.
- Primer acto: una minita levantando un saquito de té que se le cayó al piso.
- ...
- Segundo acto: la misma minita, con una falda infernal, muy buenas gambas, levantando tres saquitos de té que se le cayeron al piso.
- Hablando de ruinas...
- Tercer acto: la misma minita, en tanga, tiene un culo tremendo, levantando uno atrás de otro muchos saquitos de té, todos derramados en el piso.
- ...
- ¿Cómo se llama la obra?
- "El feminismo, sus ruinas".
- En serio, pelotudo. ¿Cómo se llama la obra?
- Ni idea.
- Recogiendo-té.
- ...
- ...
- Muy bueno... Insisto con lo de las ruinas. Mientras me contabas el chiste, pasaron por lo menos quince autos.


Medio día antes del tres de enero Mariano pasó por casa. Me vio tirado en la cama, leyendo, se sentó, cruzó los brazos, golpeteaba el piso con los pies. Creo que trataba de decidir quién de los dos estaba deprimido, era un juego bastante interesante si se quiere, pero yo no dije palabra, simplemente seguí leyendo. Más tarde se fue, volvió al amanecer del día siguiente. Cargaba una carpa, una mochila con ropa, eso era todo, nada más. Me dijo que nos íbamos. Primero dije que qué, que cómo. Pero después me salió decirle que sí. Le pedí unos días para preparar el viaje, ya que no teníamos claro hacia dónde partíamos, un poco había que ponerse a pensar, él dijo que de ningún modo, que se iba esa misma mañana, y yo estaba claramente incluido en esa forma de deseo y obligación. Le dije que no tenía carpa, contestó que ésa era para cuatro. Le dije que en mi mochila sólo entraba ropa, papel higiénico y algo de dinero, me contestó que era suficiente. Le dije, ya que tenía todo tan claro, si llevaba por acaso dos bolsas de dormir. Contestó que no, que dormíamos así. "¿Frazadas?". "Tampoco". "Dormimos con la ropa que sobra", agregó.
Y entonces salimos el tres de enero, rumbo a Neuquén.


Nunca llegamos a Neuquén. El día siete, lo tenía perfectamente contado, el sol me estaba quitando y poniendo la piel cuando nos levantó un auto largo y púrpura. Hasta ese momento sólo nos habían levantado camiones, a media distancia. Pero el día siete nos levantó un auto púrpura. Era una pareja joven. Ella tenía veintitrés, y él veinte. Ella estudiaba psicología, estaba por recibirse. Él estudiaba algo, tenía mucha plata. El auto era muy espaciado, tenía mucho lugar atrás para guardar cosas. Nos dijeron que eligiéramos la música, pero todo lo que había era reggae, un grandes éxitos de los beatles, y un cd con un tema raro que se llamaba "1979", repetido una y otra vez. Nos preguntaron si teníamos hambre. Preferí mentir, Marianito no. Entonces nos pasaron un bolso y dijeron que comiéramos lo que quisiésemos. Había pan, un bol con arroz frío, dulce de ciruela, jamón, y queso cremoso en estado de sospecha. Entre el reggae y el queso cremoso, entre los dos jóvenes medianamente adinerados que atravesaban el país, entre la piel que se me descosía por la espalda, por el pecho, por los brazos, encontré una nueva palabra: "Restos".
Después Mariano me pasó un poco de marihuana, y me relajé. En un momento comencé a reírme de manera brutal. Todos se callaron, fue algo bastante impredecible. "¿Qué?, ¡¿qué?!", preguntaba curioso Mariano.
"Son sinónimos...", expliqué.
Nadie dijo nada. Vi todas las cosas como suspendidas. Ella apoyaba la mano sobre el hombro de él. Él miraba la ruta y el espejo retrovisor, las dos cosas a la misma vez.


(Sigue acá)

12 comentarios:

Pablo Natale dijo...

Por este le agradezco a uva, que me tiro una correción muy util, tiempo atrás.

Si ojean la revi, el cuento "calambre", tiene un muy buen final.

Anónimo dijo...

Qué bueno que te sirvió mi opinión, me pone contenta.
Lo que le agregaste al final, quedó muy bien.
Ruinas ruinas. Me dieron ganas de viajar, moverme y moverme.

Hoy vi bodysong, recopilación de imágenes documentales, mmm...La música, la música es tremenda.

Anónimo dijo...

Qué bien Pablo, no?
¿Quién se preocupa hoy por levantar ruinas para la admiración de la posteridad? ¿Qué habremos de dejar como herencia? ¿Algo más que algunos edificios que luego serán runas que no levantamos?
Parece Hermann Broch. No sé bien por qué, pero algo en los diálogos me hizo recordarlo.
Estás bien, Pablo. Espero ansioso Vida en común. (Y también algunas vizcachas)

Anónimo dijo...

El 2 de junio de 1977 Raymond Carver nace por segunda vez. Una propina: diez años más de vida. Toma su última copa cuando conoce a Tess Gallagher y, a partir de entonces, con gusto hubiera titulado todos sus poemas Felicidad. Viven juntos en Ridge House, Port Angeles, Washington, cerca del embarcadero. Le gusta escuchar emisoras musicales por la noche, leer párrafos sueltos de Abel Martín. No tienen televisión, no reciben periódicos. Se aficiona a la pesca, sigue de lejos los resultados del béisbol. Viven en la calma, una calma que, como la luz del embarcadero, activa la lucidez de su vida en común. Ecuánime lucidez, la calma, ensanchando cada instante en su duración. Vive su propina con una sola premisa inscrita en el mechero: AHORA. Usar diariamente las cosas del mejor modo posible.

Pablo Natale dijo...

Uva: mientras desaparece tu máquina, me prometo buscar algo de bodysong. Yeap, fue útil. Ahora estoy de sequía, ya volverá todo.

Ano 1 (Hermann Broch): No chicanees. Eso también descansa, hasta q regresen tiempos de paz. ¿Qué habremos de dejar como herencia? Todo. No quedará nada. Pero todo.

Ano 2 (misterio): Gracias. No sé si sos el mismo o no, pero siempre es genial esto. No leí nada de Tess. Tampoco de la esposa de Paul Auster. Deudas. Esta semana, comprar libros.

Scarlett dijo...

Árbol de Jítara, excelente.
Cuando regrese de Baires escribo mail con más profundidad.
Besos.

Anónimo dijo...

mandame tu mail que no lo tengo
ff

Pablo Natale dijo...

Scar: Genial que te haya gustado. Espero mail. En casa, cualquier cosa, tengo más. Después te cuento.

FF: ¿Sos vos, boludeando en algún lugar de Europa? Bue. Te dejo el mail acá, más tarde te lo mando por las dudas: enbuscadelsujetoperdido@hotmail.com

jc dijo...

naitin seventi nain de las calbazas explotantes, tal vez? ojalá. me lo imaginé sonando en el auto púrpura q es tan grande como el q lleva a Billy Corgan, cantando en la parte de atrás, motivo más q suficiente para q el video se mereciera un lugar en tu top 5 de videos de los 90 con calles o rutas. aunq no se vea el pavimento, las veredas; el auto es el eje del video, todo el tiempo. cada vez q lo veo me siento un chico de michigan, finalizando la preparatoria.
http://www.youtube.com/watch?v=E2snP7rGP6g

Pablo Natale dijo...

Porsupu, viajero universal.
Toda la canción es ya como un auto andando.

"And I dont even care to shake these zipper blues
And we dont know
Just where our bones will rest
To dust I guess
Forgotten and absorbed into the earth below"

Debería hacer otro top 5. Me da un poco de felicidad hacer un top 5.

Empecé a escuchar S.P porque me gustaba la bajista, y porque un amigo tocó en la escuela el riff de Zero. Años después consegui el disco doble, y lo escuchaba en el bondi cuando estudiaba Económicas. Una rubia con granos se sentó al lado. Eran las seis y cuarto de la mañana. Yo tenía los auriculares puestos. La miré, me saqué los auriculares y las lagañas y le expliqué una de las letras de SP. Ella era muy parecida a la bajista. Quizás por eso no me escuchó.

Fin.

bzt: dijo...

ruina con resto...guitarra?
saludos
ce vemoz

Pablo Natale dijo...

Ruina con restos: ahorcado!

Ahora, la voz de abeja de la cantante de The Cranes.

Ce vemoz.