(Blog de Pablo Natale)

Cruz, cara, cruz (3)

Esta es mi hermana menor, vista a vuelo de pájaro, la cámara encima, el día de su noveno cumpleaños. Está jugando en una cama elástica con las amigas, un juego que consistía básicamente en desfilar, y que se fue desvirtuando poco a poco gracias al movimiento de la niña salvaje (en breve, la niña salvaje). De las manos no puedo decir nada, salvo que están jugando, quizás un juego donde el Dj del futuro le pone música. Desde chica, mi hermana menor sabe que es linda (terror, terror), y posa naturalmente para cualquier foto. "Posa naturalmente", quiere decir: que ante la cercanía de la posibilidad de una foto, ella ya está posando, esperando el click. Es muy difícil capturarla en actitud espontánea. Hay una de estas fotos, por ejemplo, donde todas las niñas salvajes están saltando en la cama elástica, los pelos al resorte y al viento, y mi hermana salta, mirando a la cámara, al futuro, a ella y a mí. Yo estoy en el techo de la casita del fondo. Después me voy a bajar, voy a sacar fotos mientras ella sopla las velas, voy a irme de casa, van a pasar tres semanas, me voy a ir a Rosario y voy a escribirle al celular de mi hermana mayor, que está jugando la final de un torneo de fútbol femenino: "¿Y? ¿Cómo salieron? ¿Ganaron? ¿Por penales? ¿Perdieron por culpa de la lu? ¿Te dejaron un ojo morado y metiste un gol en contra con el ano? ¿Se suspendió por incendio?".
Ella no responde. Hasta el día siguiente. Está enojada. Perdieron 5 a 4 por penales. Llueve. Perras mojadas. En otro lugar del planeta, mi hermana menor baila sola.