"Somos unos inválidos, los artistas. Nuestro arte no es nada, porque nuestras herramientas ya están demasiado embotadas para alcanzar y expresar lo esencial. Sólo Cristo posee esa facultad. Llega a nosotros directamente, sin necesidad de escribir o pintar, a cada instante transforma su vida entera en una obra de arte".

"El tiempo de cada uno es un hilo delgado, transparente, como los de coser, al que le mano de dios le hace un nudo de cuando en cuando, en el que la fluencia parece detenerse nada más porque la vertiente pierde linealidad. O como una línea recta marcada a lápiz con una cruz atravesándola de trecho en trecho".

"De Langlais aprendió que entre todas las vidas posibles, hay que anclarse a una para poder contemplar serenamente todas las demás".