Pastorino, lluvia en el espejo retrovisor y el fantasma que escribe


Enero empezó complicado pero después se fue haciendo fácil. Había sido durante Enero que había escrito un cuento sobre unos pieles rojas, había sido durante Enero que había escrito los cuentos infantiles para mi hermana menor. Supongo que los recuerdos ejercen una especie de presión, hacen parecer fácil lo que alguna vez fue difícil. Por suerte junto a las malas noticias (los precios que suben y el sudor que se hace más caro) aparecieron las buenas. Libros que valen la pena, libros que no se leen sino que se comen, películas que necesitaban tiempo (sólo eso, tiempo), gente querida que envía textos haciendo saber que, bajo la oscuridad, el miedo y las estrellas están escribiendo. Libros llegados desde otros países (¿puedo pedir que siga pasando, por favor?), días de trabajo de observación para una nota sobre los balnearios y la gente de vacaciones. Y mientras tanto pensaba en las fotos sacadas desde un barrilete, de Esteban Pastorino. Pensaba cómo se vería el tiempo si uno pudiese sacarle una foto, una pregunta idiota, de esas que no se pueden responder. Ciudades de juguete, personas de juguete, maleza y trabajo de juguete. Maquetas, escenarios desalojados: eso parecen las fotos aéreas de Pastorino. Pensaba, a su vez, en las canciones de Dietrich, una banda porteña de posrock, pensaba en Pastorino y en este video de aquella banda: se ve un viaje, una tormenta, los colores, el paisaje. En las ganas de hacer ese viaje (que nunca hicimos, pero paraeciera que sí) de vuelta. Respecto a Enero, en que las cosas se habían vuelto fáciles y a la vez difíciles, empecé a pensar: no hacía falta moverse, estoy acá sin estar acá.
Ojalá haya un poco de Enero en los restos del año.
Pronto escritos y más sugerencias.
Quemen sus cabezas.

Firma: la señora del leño