Frío helado sobre la osa mayor
(fragmento)
Para la gente
de la ciudad perdida

I


Fue el invierno más helado en toda la ciudad, aunque duró sólo una semana. Seis, siete días, de un frío que congelaba el cuerpo, las cosas, los movimientos del cuerpo y de las cosas, la posibilidad de una meta, de cualquier finalidad. Fue el invierno más helado que había conocido toda la ciudad y, si bien apenas hubo nieve, todo, absolutamente todo, daba la sensación, terminal, de estar congelado. La gente cuando se cruzaba por la calle parecía tener la cabeza escondida entre la ropa, la mirada helada y distante buscando algo en el piso, algo que creciera y que brindara, al menos por un rato, una sensación pálida de calor. Fue el invierno más helado en esta ciudad, fue un invierno insoportable. Durante esos días, empecé a escuchar, a comprender, la historia de las hermanas Olsen. Las gemelas Olsen. Anne Marié Olsen, y Judith Taleena, Olsen también. La historia me llegó por casualidad. Y aunque es imposible volver en el tiempo me gustaría contarles a todas las personas que sufrieron ese frío algo que les habría podido contar, pero que no lo hice, porque yo, también, estaba casi helado, era un bloque humano de hielo esperando que el azar dejara paso a un poco de claridad de sol.
Y esa claridad de sol no llegó nunca.


II


Anne Marié Olsen nació en un pueblito de Noruega, en mayo siete de 1983. Esa misma tarde, su padre, maestro de escuela rural, escribía en la pizarra: “Hoy es un día lleno de sol”. Y los chicos de la clase se reían, porque para ser fiel de manera absoluta a lo que había dicho, el futuro padre de las gemelas Olsen, maestro de escuela rural, dibujo no uno, sino dos soles, amarillos, redondos e iluminados, en un costado del pizarrón. Anne Marié llegó, sin embargo, sola. Era pequeña como un cordero recién nacido; y horrible, como un cordero recién nacido cocinado a fuego lento. Tenía preparada casi toda su vida, una vida que había sido imaginada por sus padres, y por los padres de sus padres, sus abuelos, por el Estado noreuropeo, por las guerras religiosas y por el deseo de la sociedad en general. Anne Marié durmió plácidamente (en todo su derecho, pues tenía imaginada una vida y ahora sólo le restaba vivir) en una cuna rosa que la madre observó todo el tiempo, sin cerrar los ojos, aún dejándolos abiertos en caso de dormir. A los tres días de finalizado el parto, y dadas las circunstancias favorables pero no desmesuradamente filantrópicas del sistema hospitalario de Noruega, Anne Marié Olsen y su madre salieron del hospital, ésta última llevando a la beba en brazos. Hacía un día hermoso. El padre, maestro rural, las había ido a buscar en su vieja Van celeste. Tocó bocina, y Anne Marié, hincada en brazos de su madre, ni siquiera lloró ante el sonido bestial, estrepitoso y horripilante del coche. Sólo se recostó en los brazos de su padre, que ahora la sostenía, y se dejó dormir. La madre caminó por delante de la Van, el padre mirándola, pensando “esa es la madre de Anne Marié”. Y en el momento exacto en que la bebé cerraba los ojos y el padre se desplazaba cuidadosamente dejando el espacio vacío del lado del conductor, la madre de Anne Marié se agachó, desapareciendo abruptamente del campo visual. Y entonces, desde el piso, la madre de Anne Marié pegó un alarido inhumano, y dio a luz a su segunda hija. La dio a la luz. Apoyada la cabeza contra las dos luces redondas de la Van celeste. Las rodillas levantadas, las manos rasguñando el cemento. El sol blanco y nórdico incrustado en su frente. Así nació Judith Taleena, la hermana menor.



III


Como dictaba su nacimiento, el discurso repetitivo de sus padres y el Estado noreuropeo en general, las gemelas Olsen eran precisamente eso, gemelas. Lo eran, y a la vez no. Judith Taleena vino al mundo exactamente cuarenta horas más tarde que su hermana mayor. Ni siquiera era parecida a Anne Marié. En principio, parecía menos un cordero quemado que un horrible y extraño bebé. Tenía, por ejemplo, un mechón celeste, verde, o azul, emergiendo de un costado. Nadie supo, nunca jamás, explicar eso. Carecía, a su vez, de una vida. La vida que los Olsen habían imaginado era, nada menos, que la vida destinada a Anne Marié. Tuvieron que imaginar un nombre, rápidamente. Papá Olsen jugaba con las manitas de su hija mayor, que nunca lloraba, y miraba ese engendro espantoso, lloriqueando en los brazos de mamá. Consciente del enorme problema ante el que se encontraba, papá Olsen salió del buen hospital noruego y condujo lejos, lo más lejos que pudo, Anne Marié recostada en el asiento de acompañante, hubiera jurado que sonriendo ante el paisaje que se difuminaba en la ventana. Y fue entonces, avanzando sin rumbo a ciento veinte kilómetros por hora, durante la caída de las sombras, cuando Jerónimo Luis Olsen hizo uso de su brutal espontaneidad y tomó una decisión: se va a llamar Taleena Judith. Y tendrán, ambas, una vida que podrán compartir. Papá Olsen volvió a casa cargando una bolsa de papel marrón con dos latas de gaseosa y un vestidito exacto, casi exactamente igual, al que le había comprado a Anne Marié. Ordalia Olsen apenas lo pudo mirar. Estaba destrozada, la cabeza algo quebradiza sobre el hombro algo quebradizo con el pelo húmedo y quebradizo, sobre el desorden de sábanas, sangre y baba en el colchón. “Les compré estos vestidos”, le dijo Jerónimo Luis. “Son iguales”.
“Claro”, dijo Anne Marié.
Papá y Mamá Olsen se miraron. “Claro”, repitió Anne Marié. Sus pequeños ojos de oveja todavía se movían, como si jamás hubiese dejado de ver el paisaje corriendo en la ventana de la Van.



(fotos by J. Cruz "Luxemburgo" Sánchez)

25 comentarios:

Grado Cero dijo...

Buenísimo, me gusto mucho la construcción del relato y las imagenes en que desemboca y viceversa. Es como esquemático y fantástico a la vez.

Atrevimiento, esta parte me hizo un poco de ruido:

Anne Marié recostada en el asiento de acompañante, hubiera jurado que sonriendo ante el paisaje que se difuminaba en la ventana.

No sé si es porque yo no lo entendí o que, no me queda claro si quien imagina es su padre o el narrador (me inclino por el narrador)

Sáludós (descontrol de acentos)

No Soy Rick Blaine dijo...

Los detalles. Ah! los detalles...

I

La sensación de frío llega, se cuela, congela la nariz. Hace frío en esa ciudad. Mucho frío. Está comprobado: leer una introducción sobre una ciudad en la que hace frío y para escaparse del frío se recuerda una historia, produce deseos de escapar del frio y de escuchar la historia.

II

Los maestros de primaria de las escuelitas descalefaccionadas de Córdoba en julio, tendrían que seguir el ejemplo pedagógico del maestro noruego y dibujar dos o tres soles en la pizarra.

Un calor dibujado a falta de salamandra.

Cuadrado dice que hace dos grados. La pizarra señala tres soles.

III
Pablo y la magia del lenguaje nos enseñan que si se utiliza tres veces la palabra "quebradizo" en una misma oración, algo se quiebra al momento de leerla.

Un fémur. Una nariz congelada. Un pizarrón.

jc dijo...

photo by???????? basura!

Pablo Natale dijo...

Menos cero grados: Gracias. Era el narrador, quizás se confunde con el padre por el modo en que está narrado.
Era más largo, el todo, pero está trabado hacia el final.

Alvert: Gracias a vos también. Me acuerdo el otro invierno, yo paseando y vos haciendo guiones. Hay una chica en C. Paz fanática de cuadrado. Tiene fotos del padre con Cuadrado, un colgante de Cuadrado, recortes y videos de Cuadrado. Esa si que merece una película.

Luxemburgo: Oops! Ok, ok. La chica es la hermana de Juan.

Pd: miren el video en la página del haiku-fotógrafo. Por favor, miren el video en la página del haiku-fotógrafo.
Stylo!

Javier Martínez Ramacciotti dijo...

Economía del discurso: me gusto, mucho. La sintaxis, el uso de las comas, la repetición obsesiva. Economía del discurso, dije: mucho, me gustó.
¿A qué proyecto cultural referías en la entrada anterior, para el cual debo ejercer la amable tarea de reclutador/cafishio? Ya estoy ahorrando.

El Vaso Ruso dijo...

Mañana pongo una bomba en el Patio Olmos.

Grado Cero dijo...

Ya leí nuevamente, no puedo evitar estancarme en detalles, que se le va a hacer!

Te dejo esto de Una anatomía de la sombra de Tantanian:
"Ser, entonces,este espectro entre espectros. Apariencia de mujer en perdida envoltura. Aprender a morir. Olvidar la belleza de su cuerpo aquella noche. Olvidar la luz y la verdad. Hundirse, dejar al alma escapar para que otro cuerpo lo busque. Todo eso aprendí..."

Me recuerda el destino de sombra, de cuerpo segundo de Judith Taleena-Judith tratando de ser reivindicado, de espectro no esperado no por eso con menos fuerza a para olvidar la luz y la verdad (ese destino contruído y esclavizante para Anne Marié)

Scarlett dijo...

Che, Natale, recién ahora lo leí. Es excelente.
Nada más. Buenas noches.

Anónimo dijo...

Guaaauuu me gusto... si lo pienso no se porque en realidad , calculo que tiene mucho que ver la narración, atrapante.

Adiozzz

La Caro

Pablo Natale dijo...

Rama y 1/2: gracias. Tengo problemas con el final de esa historia, veremos como carajo lo resuelvo. Proyecto cultural: es algo que viene hace tiempo, que me encantaría hacer una vez terminado lo del libro. Una especie de mini-proyecto editorial. Obvio, hacen falta o auspiciantes culturales, o morlacos.

Vaso ruso: no, por favor. Mejor usemos el patio olmos como objeto e icono cultural, a ver que sale. Por ejemplo, escribir un capitulo de una novela usando el patio olmos, como hizo el señor moreno. Otro ejemplo, este para Gustavo: entrevistar y estudiar la vida juvenil durante las tardes en el exterior del patio olmos. Ver y pensar que tipo de gente – cultura es esa.

Grado cero: estancarse-fluir. Insisto: debería tener el final, pero hay algo que me pide espera. Estancarse – fluir. Gracias por lo de Tantanian. Te dejo esto, de Felipe Roth: “le encantaba tener solo nueve años y, con un sobre que contenía los brillantes en el bolsillo de la chaqueta, ir en autobús hasta Newmark” (que debe ser algo así como el patio olmos).

Hola vivian. Veo que te gusta mucho el blog de cine de Alvin. Me pregunto si escribirás algo ahí. Gracias por la contundencia apreciativa. Bye.

Avispa: tan atrapante, espero, como la novela de murakami que en quince días, mas tardar un mes, volverá a mis manos! Je.

Trulala.

Javier Martínez Ramacciotti dijo...

Pablo, si el final no viene, esperalo. Esperalo un tiempo. y si no llega, bueno, andá a buscarlo. Pero que de una u otra forma llegue.
En cuanto al proyecto, atrapaste de más mi atención. Hace rato que quiero hacer algo, más allá del solipsismo de mi escritura. Tengo más posibilidad de agregar morlacos- y "las chicas" pedidas en un inicio por vos- que patrocinantes culturales. Hablamos, si?...

Anónimo dijo...

a la novela la mande de regreso a la semana que me llego... la lei ni bien pude y quede facinada!!
cuando vi la contratapa dije mmm yo soy aun muy conservadora para esto, pero ni bien la comenzé a leer me enganché muchisimo. no tanto quizás por la historia hasta el maravilloso final, sino por la construccion de personajes y la narración, me encanto todo eso...

gracias gracias gracias

Adiozzz

La Caro

Anónimo dijo...

Sabés, Pablo, que me gustan mucho las metáforas rebuscadas, la conexión caprichosa y lúdica de un sentido B sobre A. Será porque uso ese tipo de conexiones en exceso. Pero a lo que apunto, es que la comparación de los corderos recién nacidos me provocaron un discontinuom en lo que JMR llamó economía del lenguaje.
En la descripción del frío las oraciones son tan secas, rápidas, tiritantes, que la atmósfera del relato es asombrosamente contagiosa. Un gran logro.
Los apartados II y III van derritiendo esa rigidez y la narración se agiliza con sumo placer. Pero el fragmento "pequeña como un cordero recién nacido; y horrible, como un cordero recién nacido cocinado a fuego lento", me descolocó, por ser la única licencia de "metáfora retorcida" que te tomaste en todo el relato. Más adelante, la retomás, como una obsesión: "parecía menos un cordero quemado que un horrible y extraño bebé".
Inclusive en el final, hacés el trueque de cordero por ojeva. Si la narración no está concluída, tal vez la inocencia judeocristiana del cordero-oveja cierre determinados sentidos con respecto al devenir de las hermanas Olsen.
Aún así, creo que hasta lo escrito es uno de los mejores relatos que vengo leyendo de vos, Pablo.
Irte a un más allá, a lugares remotos, imposibles, polares, te inspira. : )

Pablo Natale dijo...

J.V.C: El final llega, se acerca, me roza, y se va. Extraño que des consejos con esa foto. Je. Lo del proyecto, tiempo. Hasta agosto estoy hasta el culo de cosas que hacer y mi cabeza es una olla rusa.

Caro: gracias por avisar, que al filosofo lo tengo un poco perdido. Ok. Ahora lee "El Palacio de la luna", de Paul Auster. No! No! Antes de leer, sufri. Sufri mucho, por cualquier causa levemente razonable.

Unza unza: Si. Las metáforas rebuscadas. Recuerdo unas cuantas en tu novela y que me contabas que te daba mucho placer esos momentos -planos, tranquilos, y a la vez euforicos- donde aparecian las metáforas. Hace un año y tres meses Juan me prestaba una novela de un señor apellidado Banville. El tipo era, si bien mediocre en el suspenso, un orfebre de la metáfora. La idea es operar de dos modos: en algunos cuentos, estar acá, en otros, ir allá. Veremos cómo se resuelve el relato y a dónde va a parar...

Anónimo dijo...

ok me pondré en campaña para conseguirlo!!
gracias por su atención

un beso

Adiozzz

Javier Martínez Ramacciotti dijo...

Sep, ya señalaron varios/as mi foto. Yo doy consejos con esa cara y peores. No sé qué pensaba cuando la puse. No sé qué pienso que la mantengo. Tiene sus beneficios, supongo. No adjudicarme legitimidad para la opinón seria, claro está. ja

Pablo Natale dijo...

Finalmente, el final del cuento ha llegado!

Javier Martínez Ramacciotti dijo...

Felicitaciones. El final, como buen histérico, se hizo esperar. Seguro, por eso mismo, qu vale la pena. Bebé nuevo trae pan bajo el brazo, ¿qué trae un final?

Anónimo dijo...

que fue de la vida de los links?????????????????????????????????????????? no hay que perder clientela???????

Anónimo dijo...

Alo!!!!!!!!

Zebra dijo...

El cuento, buenísimo. Y la elección de los apellidos de las niñas una buena estrategia de marketing para el blog. Cada búsqueda que se produzca en google: "Gemelas+Olsen" va a desembocar indefectiblemente en este blog para encontrar, espero que con asombro y algarabía, cosas muy muy bien escritas.
He dicho.

Pablo Natale dijo...

Ano1: No entiendo. Los links están al costado. Ya pondré nuevos.

Ano2: No me rompás las pelotas.

Zebra: no lo había pensado así pero voy a empezar a pensarlo así. A ver si puedo atentar contra el fu**** google. Thanque very much.

El sueñero.

Anónimo dijo...

cierto. estoy de acuerdo con vos. anónimos no rompan las pelotas.

Anónimo dijo...

no
aguanten los anonimos

Pablo Natale dijo...

Vero: sólo fue al anónimo 2. Al 1, amor. Amor a los anónimos.

Anónima siguiente: en cambio a vos te conozco. Si vas a tirar una piedra invisible, no me avises antes. Ok, sadamm?