/ Primero /
“Todos fracasamos, decía mi abuelo una y otra vez. Ese también es mi pensamiento principal”.
/ Segundo /
“Aparece una playa solitaria a las ocho de la noche, altos cirros anaranjados; a lo lejos caminan, en dirección contraria al que observa, un grupo de cinco personas en fila india. El viento levanta una cortina de arena y los cubre”.
/ Tercero /
“Cada quince días podíamos escribir a casa, pero tenía que ser un mensaje alegre”.
/ Robot azul /
Abuelo se llamaba Ernesto Bonifacio, y murió de cáncer cuando yo tenía seis años. Fue la primera vez que recé. Abuela lloraba, había viajado desde Rosario a nuestra casa, y se la pasaba llorando. Entonces empecé a rezar. No sé muy bien qué hacía, pero me recuerdo en el centro de la cama matrimonial, las piernas arrodilladas, pidiendo por una persona a la que en ese momento quería y que después, con el cáncer y el tiempo, no hizo sino desaparecer como la huella de las rodillas en la superficie del colchón. Abuelo se llamaba Ernesto Bonifacio. Abuela, muchos años después, me contó cosas. Que había intentado aprender latín, todos los veranos, durante quince años. Que la casa de vacaciones en la que ellos vivían era la casa en la que ahora vivíamos todos, porque se la habían regalado a papá. En esa casa conoció abuela a abuelo. En esa casa conoció mamá a papá. En esa casa, también, recé, las piernas dobladas en el centro de la cama matrimonial. Una vez que abuelo se murió, abuela quedó muy sola. Nos visitaba muy seguido. Yo le mostré como podía sacar la cabeza por la reja de la ventana. “Si sacás la cabeza, puede salir todo el cuerpo”, le expliqué. Después trató de sacar la cabeza ella. Pero no pudo. Me dio miedo que se quedara atrancada ahí, aunque tanto desde afuera como desde adentro verla atrancada me hacía reír. Fue esa misma abuela la que me regaló un robot azul de juguete. Era un robot bastante aburrido e inútil. Le dabas cuerda, y giraba alrededor de su propio eje. En un momento, perfectamente regulado, levantaba un brazo y, abruptamente, lo hacía caer. Le pusimos los dos el nombre de mi abuelo muerto. Ernesto, Bonifacio. Una tarde todo parecía tan maduro y aburrido que lancé el robot azul por entre la reja de la ventana, pero no pudo pasar del todo. La cabeza del robot se partió, cayendo del lado de adentro, mientras el cuerpo y el brazo se perdían del lado de afuera. Abuela levantó la vista y, casi sin desplazar la mano del apoyabrazos, agarró la botella de vino que estaba en el aparador. Me dio su copa vacía y, botella en mano, me pidió que brindáramos por algo. Brindamos por una de las partes rotas del robot azul. Sin preguntarme por cuál, dejó la botella vacía en su lugar, cerró los ojos y se durmió.
19 comentarios:
Pula, tanto tiempo: ¿Todo bien allá?
(tos seca)
...
(leve incomodidad)
(... o irritación)
saludos mi amigo querido
siemrpe siempre
falta poco?????
guau..mis uñas saben, me las comeré..
no todos fracasan, de hecho algunos tienen tantas ganas de tener exito, que escriben eso..."todos fracasamos"...
ya lo dijo Carina Beorlegui: Un fracaso inteligente vale más que un éxito mediocre..
voile, vualá, volé...volá...!!!
¿Está permitido preguntar para qué chiripa falta poco? ¿O es una especie de estrategia marketinera misteriosa y después de un tiempo de avisos semejantes, y cuando ya el suspense no dé para más, aparecerá el Nuevo Minimercado Peter Punk en Cárcano y Cerro Blanco?
Apocalypse Now.
Leer este texto con fonde de "soul auctioneeer" de Death in Vegas le otorga cierta asintonía, lima la quietud de siesta y de escritura de fragmeto para arullarlo en otro ritmo. Experimento interesante: apreciar una figuración infantil del duelo, de su posibilidad, bajo la melodía rieterativa de un rock electrónico.
Falta poco. No importa para qué. Siempre falta poco.
Reuters. Inventan silla inteligente que te sigue a todos lados.
Reuters. Chascarrillo.
Cuando se muere un mimo, se hace un minuto de conversación.
Si el abuelo y el nieto piensan igual, que todos fracasamos, es porque no quieren verse ellos como fracasados, sino que remiten, en ese "todos", a un fracaso más identificable, el fracaso del nexo: el fracaso del hijo-padre.
La desdicha es la generación mediadora.
Porque hizo posible la resignación desesperanzada del abuelo y la ansiedad desesperanzada del nieto.
Ernesto Bonifacio deja su cabeza, como sabiduría inútil, separada de su cuerpo, como posibilidad impotente, des-cabezada, de enfrentar el afuera. La reja es el padre-hijo: el que posibilita que la casa sea la misma celda para las tres generaciones. Casa, reja, celda, separador, línea divisoria irreconciliable, fracaso de la unión abuelo-nieto.
Ah, y la otra pregunta: ¿para qué falta poco?... Para el cáncer, señores, para la descomposición, para el llanto, para los juguetes rotos. También falta poco para la muerte, señores, ese hermoso Fracaso Absoluto...
O no... ¿o faltará poco para que salga un libro?...
Pula: gracias. Tenías mi teléfono guacha.
Felicitas: voy. Tiempo al tiempo. Voy.
Anon: Volá. Claro. Éxito, fracaso, uñas pintadas y rasguños de gatos. Ya lo dijo el abuelo Bernhard: "todos fracasamos".
Sclt: Yo debería abrir una funeraria, no un supermercado. De cualquier modo, esa esquina es una funeraria.
J.V.C.: buscaré en ares el rock electrónico. Falta poco, sólo eso.
Bebé: gracias. Gesto de sonrisa en el del mimo.
Hobbes: callate buchón. Quiero conocer Finlandia antes de los 32. Gracias por el análisis. Me quedé pensando lo del oro y la mujer y la incompletud infinita.
Alguien escribió.
"Después de comer me duermo con la cabeza sobre
la mesa, sentado. Sueño lo siguiente: Giorgio Fox, per-
sonaje de un cómic, crítico de arte de diecisiete años,
cena en un restaurante del nivel 30, en Roma. Eso es
todo. Al despertar pienso que la luminosidad del arte
asumido y reconocido en plena juventud es algo que de
una manera absoluta se ha alejado de mí. Cierto, estuve
dentro del paraíso, como observador o como náufra-
go, allí donde el paraíso tenía la forma del laberinto,
pero jamás como ejecutante. Ahora, a los veintiocho,
el paraíso se ha alejado de mí y lo único que me es da-
ble ver es el primer plano de un joven con todos sus
atributos: fama, dinero, es decir capacidad para hablar
por sí mismo, moverse, querer. Y el trazo con que está
dibujado Giorgio Fox es de una amabilidad y dureza
que mi cara (mi jeta fotográfica) jamás podrá imitar".
Por spuesto.
Lo mejor de Ernesto Bonifacio es que era un robot y azul. Y Tambien un abuelo y muerto.
(¿¿¿¿Qué te pasa con la lógica de las maravillas????, si son maravillosas)
Pablo ¿un poema puede llamarse? ¿o sólo se titula?
Muy bueno eso de poner al cáncer y al tiempo juntos. Son la misma cosa. (¿Sos judío?)
Mariana: sutil. Lo mejor de un robot es que nunca "era". Esa es la diferencia con Ernesto Bon. Tengo algo contra el libro de lógica educativa de Carroll, que en realidad tiene que ver con los libros de lógica en general. Los otros no, pues duermo con ellos.
Chaco: Respuesta: Negros corriendo arriba y abajo de una lluvia de soja falsa.
Esta noche voy a ver Intoxicados. Me cagaré de frío de modo olímpico. Veré ovnis, o a Bolaño llorando desde el más allá.
tercero.
definitivamente.
esto me emociono
no se de quien es la culpa de que me emocione
para mi que tuya
saludos
Verde: verde, y producir y pensar cosas. Definitivamente.
Luc: para mí que del robot. Suerte.
- Coro - .
Regalo general.
Marilyn manson escribió: "Usualmente, si nos atrapaba robando comida, contestando o vagando, éramos forzados a hincarnos sobre un palo de escoba indefinidamente desde 15 minutos hasta 1 hora, lo cual tuvo como resultado unas rodillas permanentemente lastimadas y costrosas".
Dios salve al nuevo libro!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Hay libro? Cuando?! Exigo respuestas, claras y distintas, diría Descartes. Y con tiempo, así voy ahorrando.
Yo quiero una copita de la botella de vino de esa abuela... hic
Tía: ¿sos vos tía?
JVC: Agosto.
Ahorrá y hablá con chicas así se junta dinero para proyecto cultural.
Ofidio: ok. volveré a esa casa vieja y raída a buscar entre el polvo.
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