Recomendaciones
Hoy: The National


1. Al principio, es la voz de grave del cantante de la banda, Matt Berninger, la que se lleva toda la atención. Es como si además de su particular tono de voz cantara metiéndose el micrófono en la boca.

2. Lentamente y de fondo empiezan a escucharse sutiles acompañamientos. A veces violines (me encantan los violines, cambiaría tres dedos de la mano por un violín). Trompetas. Melodías en piano. Guitarras sobre guitarras. En cuatro o quinto o plano, algo de distorsión. Nada satura a nada: Clave.

3. “The National” es un nombre a priori horrible para una banda. Parece un mal chiste tirado en una reunión de borrachos faltos de lucidez. Joe: “¿Cómo le ponemos a la banda?”. Mark: “Pongámosle LA NACIONAL”. Joe: “Genial. Ahora vamos a vomitar desnudos en la tumba de Hemingway”. Todos: “Yeah”.

4. En cambio, los nombres de los discos de la banda (“Canciones tristes para amantes perversos”, lejos el mejor) son contundentes. Como si lo del nombre malo para la agrupación sólo hubiese sido fruto de una lamentable noche sin sueños en la que se cometió un gran error. No importa. Nos dejemos crecer la barba. Todo se puede levantar.

5. La banda está compuesta por cinco miembros. Hay dos parejas de hermanos, y el cantante puede parecer seriote, bisexual y gay. Seguro que tuvo un pasado oscuro con todas las porristas de Pussyland.

6. Una de las parejas de hermanos es ocultamente virtuosa, y es esa pareja la que tiene otra banda, con muchos instrumentistas que a veces usan toman prestados para alguna canción (“Fake Empire”, por ejemplo). Seguro que esos dos no tuvieron un pasado oscuro de fútbol americano y polleras de crema. Seguro. Basta mirarles la cara.

7. A esta altura de su carrera (cuatro discos) la banda podría hacer un compilado con 12 canciones excelentes. Canciones en donde crean una atmósfera íntima, escéptica, envolvente y melancólica, llena de amor.

8. La música de The National no llega a ser desmesuradamente llamativa. Escuchada con un oído exigente de efectos contundentes e inmediatos, corre el riesgo de perderse en un basural de pilares de mp3.

9. En cambio, las letras son particularmente hermosas. Sobre esto no hay discusión.

10. Una de las canciones cuenta la historia de un tipo de 29 años que se emborracha en una fiesta (hay muchas fiestas, pero está bien, es el mundo posmo y son músicos). Después de varios vasos de ponche empieza a decirse cosas terribles y patéticas: “Quisiera apurarme y llegar a casa / Ponerme un traje de mimo y hacer una lenta pantomima / hasta hacerte reír. / Entonces me pondrías una condecoración azul en el cerebro…”.

11. Otra canción cuenta la historia de un tipo que trabaja en un local de ropa de mujeres. Está trepado a una escalera cuando recuerda su pasado (un pasado divertido, ágil, rebelde), y esa imagen súbita encima de la escalera del local de ropa interior lo deja “completamente estupefacto”. La canción se llama, irónicamente, “Corriendo como un profesional” (Racing like a pro). Habla de cómo los sueños se hacen mierda y en esa explosión nos hacemos mierda nosotros también, y volamos lejos.

12. Antes de seguir con las letras quiero decir algo sobre el baterista de la banda. Es como si fuese un flaco de barba tímido con un sentido muy especial del ritmo. Se nota que con sus pequeñas intrusiones cambió cada canción hasta dejarla hecha otra cosa. Si el baterista de The National se muere, no hay banda. Los hermanos virtuosos se toman el palo, los otros se hacen corredores de bolsa y el cantante se dedica a ser escritor.

13. Si The National fuese una banda cordobesa, la crítica musical de la provincia diría que tienen claras influencias de Bruce Springsteen, algo de Leonard Cohen, Tom Espera, The Smiths, pero sobre todo de Richard Ford, John Cheever y Raymond Carver.

14. Si The National fuese una banda cordobesa sólo sacarían un disco y harían una última reunión mirando los patos sucios del parque Sarmiento.

15. Hay pocos videos de la banda y los tres son muy malos.

16. Efectivamente, en los videos vemos que el cantante se mete el micrófono en la jeta y lo abraza como si fuese una botella de Cabernet montada en una escoba.

17. Mientras escribo esto pienso en ver “Los gremlins”. Me propongo una competencia imaginaria contra el vocalista de The National. Yo voy a usar esa palabra en el próximo cuento que escriba, él la va a usar en su próxima canción. Dirá algo así como “cuando llegué a casa te estabas bañando con un gremlin”. Seguro.

18. Los arreglos de guitarras y piano que le han hecho a cada tema son tan sutiles y precisos como alguna de las imágenes abruptamente intensas que irrumpen en las letras de Matt: “Vamos a hacer nuestra danza gay sobre el lago nevado, / pájaros azules en nuestros hombros”. O “Por qué escuchás a ese hombre / ese hombre es un globo” (!?). O, “Decime algo perfecto / algo que pueda robar”.

19. O, también: “Tengo recuerdos raros de vos / Usando medias rojas largas y zapatos rojos / Tengo recuerdos raros de vos / Haciendo pis en el lavadero”.

20. O, por poner un último ejemplo, aquella nostálgica canción en la que un tipo solitario, en un momento malo de su vida, piensa en sus amigos, que se están emborrachando en algún lado, y se dice: “Me meteré en la ropa de mis amigos / con mis guantes verdes. / Miraré sus videos, en sus sillas. / Dormiré en la cama de mis amigos / con mis guantes verdes. / Me meteré en sus cabezas, / amaré a sus amores”.

21. Jamás sabremos por qué los guantes son verdes.