Hacia una literatura menor


Terminé de escribir el libro de cuentos para mi hermana más chica.
Le pedí que lea tres de los relatos. Pudo empezar, terminar, y contarme de pe a pa lo que había leído, se acordaba de muchas cosas.
Es un muy buen augurio.
Por otra parte, ando con problemas de nombres. Ponerle nombres a las cosas es algo tan difícil como dejar de jugar a algo muy divertido.

Por ejemplo, "Córdoba live", "Soja, cuarteto y literatura", "El desierto, las semillas", "Juventud pixelada", "24 cuentos para leer con Fernet", "Compre esta antología o será asesinado", "La muralla cordobesa", "A la mona le encanta leer", o, uno de mis preferidos, "Qué futuro tan oscuro; antología de narrativa joven".