Lecturas de verano (2/4): sobre la narrativa de Sergio Gaiteri


A esta altura del partido el cordobés Sergio Gaiteri tiene dos libros de cuentos editados (“Los días del padre” y “Certificado de convivencia”) y por lo menos una novela y dos libros de cuentos más en estado de inedición momentánea. Lo que se encuentra en esos dos libros y en el conjunto total de 13 cuentos es una poética absolutamente definida de qué y cómo contar, a tal punto que el ejercicio de esa poética en el tiempo da resultados cada vez más logrados, y al punto de que en una entrevista con Lo Presti ciertas reglas propias a los textos de Gaiteri -condensación, contundencia, golpes a media altura- se repitan como si esa entrevista también fuese parte de los cuentos.
La narrativa de Gaiteri: se trata de una versión competente de minimalismo en clave regional, clave regional que consiste en situar las vivencias y conflictos de sus personajes de clase media en el ámbito restringido de la provincia de Córdoba. Así como en un cuento un tal Oscar usa un mapa GNC para saber qué trayecto tomar en su ruta de vacación, de igual modo podríamos hacer un mapa SG, delineando los espacios ocupados y no ocupados, todavía, por Gaiteri. Y observando ese mapa, podría llamarnos la atención la ausencia de la Universidad, de la constelación cuartetera, o la invasión de callcenters (por poner ejemplos).
Pero no sólo en ese detalle (anclaje referencial de su narrativa en la provincia) está el regionalismo probable de Gaiteri, sino más bien en mantener intocable la propuesta narrativa del minimalismo (orden del texto, sencillez y pulcritud del lenguaje, nombres de los personajes, forma de sugerir, presentar y resolver los conflictos) y sin embargo cambiarlo en su forma de aparición. Como en aquella entrevista con Lo Presti, cuando Gaiteri dice, “allá pueden irse a cualquier lado, acá no”. Quiero decir: los cuentos de Gaiteri parecerían todo el tiempo jugar a estar evidenciando lo que hay de este lado de la sierra. Los problemas de trabajo, desocupación, subsistencia y estabilidad de vida; la falta de dinero, la imposibilidad (material) de buscar demasiado lejos. Regada de padres, hijos y relaciones de pareja en estado de decadencia (otro territorio momentáneamente vacío es la existencia de un narrador no masculino), resulta interesante ver cuál es el mejor Gaiteri: si el que narra con la voz del adulto que está soportando una carga de dignidad y responsabilidad íntimamente insostenible (hete ahí el drama), o el que narra con la voz de adolescentes que observan su mundo y el mundo de sus padres como si hace tiempo algo en el microsistema hubiese empezado a fallar (pero no saben qué).

Posdata: en esa clave regionalista en que Gaiteri se apropia de los relatos minimal se hace particularmente notable la ausencia de un grupo etario. No, no los niños. No, tampoco los viejos. Los adolescentes seudo adultos, la franja etaria de mentes y manos vacías que se incrementó (o se produjo) en los 90. Las flexible clase joven menemista.