Carta para una señorita en Cosquín


Querida hermana:


Acá estoy, tratando de escribir un cuento para un concurso. Si me sale un buen cuento tengo posibilidades de ganar y si gano podemos irnos juntos de viaje. El problema es que tengo un problema, o sea, no dos problemas (el problema del problema), sino uno: tengo que usar una noticia del diario para escribir el cuento, y el diario está lleno de noticias muy inspiradoras pero ya elegí una y no estoy seguro cómo usarla. Por eso te escribo, quizás me puedas ayudar. La noticia que elegí trata (no te asustes) de una nena fantasma que aparece en una casa abandonada. Un policía la filmó con el celular y subió el video a Internet: lo que puede verse es una luz en una ventana y una figura media borrosa (puede ser de una nena) que en un momento atraviesa la habitación. La primera vez que vi el video me dio miedo, sobre todo porque esperaba ver un fantasma y efectivamente vi algo parecido. La segunda vez que vi el video el miedo se me fue, es que pensaba: ¿Qué hace el fantasma de una nena solo, completamente solo, en una casa abandonada? ¿Habrá más fantasmas? Igual, la pregunta que más me inquietaba, la que más refulgía (como si fuese una lamparita de luz que alguien puso en mi cabeza) era: ¿Por qué la nena fantasma camina con la luz prendida? Yo tenía entendido que los fantasmas aman la oscuridad, que se mueven en la oscuridad porque el mundo de la luz ya no les pertenece. ¿Para qué prender la luz, señorita fantasma? Entonces pensé que quizás los fantasmas no eran tan diferentes a los seres humanos. Se me ocurrió que los fantasmas son como la basura de los seres humanos. Las partes que los seres humanos ya no quieren usar. Y se me ocurrió que se juntaban en casas abandonadas (casas “basura”) y que necesitaban la luz como cualquier otro y que hacían cosas comunes de fantasmas alejados de nosotros. Entonces empecé a escribir un cuento sobre eso: una reunión de fantasmas en una casa abandonada. Primero los puse a todos trabajando, uno con una máquina de coser fantasma, otro comiendo sopa fantasma, otro estudiando ciencia fantasma, otro planeando robar un banco fantasma. Luego pensé que no había visto nunca a un fantasma y que no tengo ni idea cómo hablan, y si no hablan en mi cuento, ¿entonces qué? Es una falta de respeto hacer hablar a aquellos que nunca escuchamos. Es como hacer trampa en un examen. También pensé que quizás estaban de fiesta, que los fantasmas deben estar de fiesta todo el tiempo, deben ser gente feliz e irresponsable que no tiene que trabajar, pero que a la vez no puede salir de las casas abandonadas y las sombras (para las sombras necesitan luz, ¡eureka!). ¿Y cómo se hace una fiesta en ese caso, estando feliz y, a la vez, apartado y triste? Problemas. Más y más problemas. Fue entonces que me acordé de vos, que siempre ves en la tele historias de fantasmas. Pero, sobre todo, pensé en la abuela. La última vez que la visité me preguntó qué estaba haciendo, y le dije “escribiendo mucho”, y dijo “ah, qué bien”, y yo le pregunté qué hacia ella, y me dijo “me escondo de los ladrones”. Y no tuve ganas de ponerme a discutir con la abuela de qué ladrones se escondía si vive sola y es vieja y no le pueden robar casi nada. Todavía me acuerdo aquella vez que fuimos a pedirle nueces, y era de noche y nos dijo que no se animaba a ir sola al garage y tuvimos que acompañarla y prender todas las luces porque decía que había “algo en el patio”. Quizás lo que la abuela ve en realidad sean fantasmas. Quizás confunde los ladrones que salen en los diarios y la televisión con fantasmas. Acá en la casa donde vivo antes vivía una señora igual de señora que la abuela. Tenía 90 años y empezó a perder la memoria. La cuidaba una chica muy simpática, y parece que la señora se olvidó del nombre de la chica y de su nombre y de las horas del día. Se levantaba a cualquier hora, se acostaba a cualquier hora, casi como yo, cuando tengo poco trabajo y solamente escribo. Y la despertaba a la chica a la madrugada, y le decía “¿no escuchaste algo?” y después se volvía a su cama y se quedaba sentada moviendo los pies. Todas las noches hacía eso, hasta que una noche se quedó completamente quieta, como si estuviese conteniendo la respiración. Y entonces la chica que la cuidaba durmió bien, y tuvo hermosos sueños, pero cuando se levantó y fue a preparar café se encontró con la señora, que estaba en la cocina, y la señora abrió los ojos y le dijo “hoy me vino a ver mi hermana muerta”. Sí, terrorífico. Imaginate haber sido la chica. O imaginate siendo la señora. Aunque no parecía asustada. Quizás, se me ocurre, porque tenía como 90 años y estaba sola como nuestra abuela y hablaba cada vez más poco y sólo escuchaba radio. No parecía asustada, quizás, porque estaba muy vieja, porque, puede ser, estaba por hacerse fantasma. ¿Vos qué pensás? ¿Esa es una buena historia? A mi me parece que sí. El problema, otra vez, es que en el diario dice que el fantasma que aparece en la ventana es el fantasma de una nena. Y si bien es verdad que los ancianos, cuando crecen, se van haciendo más chiquitos, eso no significa que puedan moverse rápido como una nena, y la nena se movía rápido. Como la luz. Como las palabras. Por eso es que necesito que hables con vos, con tus sueños y con la abuela. Quizás eso pueda ayudarme a resolver todo esto. Y así, entonces, puedo escribir la historia más verdadera posible para el concurso, y lo gano, y con la plata nos vamos de viaje. Podemos ir a ese castillo que una vez, viajando juntos, vimos en la ruta. ¿Te acordás? Un castillo en el medio de la nada. Era como una aparición. Y yo te dije qué raro, un castillo, y vos me dijiste que seguro estaba lleno de fantasmas, y yo pensé en nosotros, hablando, y en los fantasmas, hablando, y vos te quedaste dormida, y parecía que hablabas en los sueños. Y yo pensé: ¿cómo se verá esto desde afuera? Un colectivo pasando, caras dormidas, gente que aparece y luego se va.

2 comentarios:

Pablo Natale dijo...

(Este era un cuento que escribí para un concurso de cuentos de un semanario de Alta Gracia. Pedían que uno se valiera de una de las noticias que habían sido publicadas. También pedían otras cosas, pero entre elegir qué cuento redactar y qué cuento enviar me olvidé de un pequeño detalle (había que consignar al final del texto qué noticia se había usado) y quedé descalificado. Una lástima. Igual el castillo sigue estando ahí. Lo vi el otro día cuando iba camino al mar).

Yararán dijo...

Qué lindo, qué lindo volver a leer por acá. ¿por qué la nena fantasma tiene pelo corto?? eso también rompe los esquemas clásicos de una nena fantasma... y...¿cómo saben que es una nena? bien puede ser una viejita, mi abuela no puede correr entonces camina rápido rápido y tiene el pelo corto pero estoy segura que cuando se haga fantasma va a andar en bici porque hasta ahora no aprendió.
El mar :) caminaste hacia el mar del baúl de la foto!
después de todo eso ¡qué importa ser descalificado por semejante tontería!