Siete días


Quedan seis días, cinco días, cuatro días para que vuelvas
hice una playlist con nombres de canciones por donde pudiste viajar
Finlandia, Beirut, los soldados de hielo, Copenhague
una noche me escribiste desde un bar en Irlanda
llena de adolescentes irlandeses bailando rock
mandaste una foto con eso
estabas sola, no había nadie
una barra, dos tragos, una inscripción
y tus manos apretadas en los bolsillos
quedan seis días, cinco días, cuatro, tres días para que vuelvas
ayer en la clase de literatura alguien dijo
“la vida es mejor que la literatura”
y otro le respondió “pero la literatura la hace mejor”
y hubo uno que se quedó callado y escribió
sobre personas dormidas
decenas de personas dormidas o durmiéndose
animales y ciudades y la oscuridad encendida
falta sólo una de esas clases de literatura para que vengas
me tengo que bañar tres veces
comer seis
me quedan cuatro noches de sueño profundo
cavidades horarias de las que salgo confundido
y me pregunto si así de simples y livianas son las cosas
la pieza limpia y solitaria al despertar
la puerta abierta, los edificios en el horizonte
las nubes y el cielo cambiando de color
¿cómo pueden ser así las cosas si no te puedo ver?
quedan cuatro, tres, dos días para que vuelvas
tu llegada me va a agarrar escribiendo este poema
queda medio poema para que llegues
la mitad del poema se hará eterna
como si estuviese cruzando el río hacia vos
como si estuvieses dormida en la otra orilla
dormida sacándote fotos, desnuda sacándote fotos
despierta y viva sacándote fotos
hablándome de las cosas que existen pero que no veo
el agua no me dejara mover
agua caliente, agua congelada
y tendré que bucear entre las palabras para dar
con la frase perfecta
la enumeración adecuada para poder cruzar
quedan 500 canciones
queda un noche de fiesta y soledad
quedan tres mudas de ropa
seis o siete comidas
me gustaría encontrarme mañana
con gente por la calle
y decirles, uno a uno,
faltan dos, tres, cuatro días
faltan cinco, seis, medio día
cuando los miro pienso
Beirut, Copenhague, las orillas de Rusia, los soldados heridos del hielo
cuando los veo pienso
“es como si todos estuviésemos esperando algo”
y uno de ellos, el más tímido y violento
ladea la cabeza y susurra
“y nos movemos y estamos quietos

y el poema jamás se va a terminar”.