Las nietas de Carlos Marx 

Estaba escribiendo sobre el amor
esa palabra sucia y desgastada que no le pertenece a nadie
y que quema los rostros de los vivos y los muertos
todo empezó cuando pude dedicarme de lleno
a las cosas que elegía
y el amor era una casa
así que escribía sobre el amor
pero el amor seguí ahí y las palabras se fueron
y la curiosidad se fue y no paraba de
pensar en el dinero
haciendo la cuenta de los días
rezando el rosario de las cuentas por venir
el futuro siempre era una posibilidad franca y abierta
contra el que ir a destrozarse
así que estaba escribiendo sobre el dinero
el dinero que nos pertenece
el que nos habla en sueños
y que dormita acurrucado en el baño
y en la suela de nuestros pies
quedé apegado al dinero, quedé apegado al amor
el amor era una casa
el dinero eran las paredes, las arañas de esa casa
el dinero era la casa viniéndose abajo
alguna mañana desvelada
cuando con los ojos abiertos
como dos enamorados
las palabras y yo
veíamos caer
nuestro propio desastre.   


Moisés
 
El colchón que llevábamos
a la cama de afuera
y las camas fotografiadas por
ya no se quién
pedazos de barra de metal metidos en la maleza
fuera del camino de los hombres
las paredes que se despintaron
los ladrillos con pedazos de vidrio incrustados
para que nadie pudiera entrar
para que nada pudiera entrar
y el tiempo fuera un agujero de arena
perpetuo y seguro
donde llegado el momento
sólo pudiera verse esto que veo ahora
el colchón que llevábamos afuera
las paredes, los tornillos desajustados
el mismo cielo arriba del mismo techo
los cálculos de los días
los cálculos del dinero sobre y bajo los días
eran un mueble más en esta casa
o eran un invitado al que tratábamos de caerle bien
una mañana lo llevé al patio
le mostré todas esas cosas tan valiosas para mí
y luego le dije mirá eso
5000 naranjas
ese árbol
un invierno nos dio
5000 naranjas.