Acá y en la China
(sobre las fotos de Ren Hang)




Si le damos una cámara de fotos a un adolescente, probablemente ocurra lo siguiente: a) fotos de adolescentes de fiesta; b) fotos de familiares, todo muy lindo; c) fotos experimentales, por ejemplo: un globo desinflado en un rincón. 
Si le damos esa misma cámara de fotos a Ren Hang (Beijing, 1987), se hará adicto a sacar fotos, con los años perfeccionará su técnica, hará exposiciones (con o sin censura), subirá las fotos periódicamente a la web y se llenará de fans.
Sus fotos (disponibles en flickr y en tumblr) están repletas de jóvenes, amigos y amantes en posiciones estrambóticas, varias veces sin ropa, a veces vestidos con flores o pescados o plumas de pavo real. Por ejemplo: un chico colgando desnudo de un árbol como un murciélago. Por ejemplo: dos chicas con la misma blusa a lunares (lo que las hace parecer una sola persona) desparramadas sobre un sillón rojo, como si estuviesen muertas o fuesen amantes o un maniquí.
Apenas si hay diferencia entre figura y fondo en sus fotos, cada uno de los retratados parece estar en su lugar, integrado al conjunto, perdido y a la vez rescatado en él. “No quiero aislar los seres humanos de las cosas, las plantas y los animales, ni que los otros tengan la impresión de que los chinos no tienen genitales y son como robots”, dice Hang. 
Recogiendo los pedazos de un mundo propio y de una generación, el joven Hang nos recuerda al niño Lartigue con su cámara de fotos, aunque con otra espontaneidad: Hang no es un espía de su grupo, sino su cómplice. 
Sus fotos nos recuerdan también a las de Nan Goldin, pero sin la soledad, la mirada apartada y la tensión que las caracteriza. Unidos entre sí, clonados unos a otros, ensamblados al paisaje, trepados a los árboles, metidos en una valija: los personajes de Hang son acompañados por el fotógrafo y la foto, son juguetones, provocativos, pasmosamente serios y desafiantes.
Si le damos una cámara a Ren Hang, sacará fotos sin parar y nos contará la historia de un grupo de amigos en China, que es también la historia de la juventud, que es también la historia de un pueblo escondido en otro y, finalmente, un catálogo de maniquíes que nos enfrentan desde el otro lado de una vidriera y que sólo hacen lo que quieren cuando no los vemos.



(publicado en La Voz, el 06/09)