El baile del lobo y el caballo





Hay un hombre lavando un auto viejo. Uno de sus hijos corre por la calle, se patina y se parte un diente. Hay siete niños en la vereda a las once de la noche. Corren y bailan como si estuvieran montando un caballo. Hay una fiesta a la madrugada llena de adolescentes. Hacia el final cantan juntos en un idioma incomprensible. En todas estas situaciones se escucha “Gangam Style”, la canción del coreano PSY que es furor en Internet.
También hay un cortometraje animado. Se llama “Wolf Daddy” (Papá lobo) y su director, Chang Hyung-yun, es coreano. El corto está en youtube (subtitulado) y dura nueve minutos y medio. Es sobre un lobo que quiere escribir algo que cambie la manera de pensar de la gente. Vive solo, toma café y escribe sin parar. De pronto alguien golpea a su puerta. Es una mujer que le entrega una niña: le dice que es su hija, le da dos cachetadas y se va. El lobo trata de acostumbrarse poco a poco a vivir “con su hija”, y entonces otra mujer golpea a la puerta. Le dice “te ves bien”, le da una hermosa patada voladora en cámara lenta y le entrega otro hijo: un conejo. Al final el lobo vive con “su familia”: una niña, una tortuga, un conejo y un ciervo. Tiene que cuidar a la niña y encontrar otra ocupación y dejar de escribir. “Tengo un nuevo trabajo para ella”, dice el lobo. “Siempre pongo más empeño en responder a sus preguntas que en escribir algo”, dice. “Después de todo, quizás sea su verdadero padre”. 
Recordándonos a Miyazaki, a Matrix, Kill Bill y Flores rotas (de Jarmush), “Papá lobo” es un cortometraje delirante y una fábula triste y alegre a la vez. Habla sobre la vida que deseamos llevar, las interrupciones, la resignación y la forma en que nuestras vidas se llenan de criaturas que tenemos que cuidar.
La felicidad delirante y pomposa de bailar y seducir, la idea de “hacer todos el mismo paso” que hay en la coreografía de “Gangam style”; la meticulosidad asombrosa y la soledad reflexiva y nostálgica con que vamos de un lado a otro, adaptándonos, mientras afuera llueve y el tiempo pasa, en “Papá lobo”: dos formas distintas de pensar a Corea, a los animales, a la masculinidad, al movimiento y a la globalización.




(Columna Zoom, para la voz del interior, diciembre de 2012)