En el post previo, una nota sobre una banda de niños que se hicieron famosos imitando a Rammstein.  
La nota, al salir en un medio impreso, tiene limitaciones en su extensión. Durante el 2012 colaboré frecuentemente con esas notas, sean reseñas o comentarios y padecí las limitaciones, a la espera de que se fueran o de que aprendiera a lidiar y a vivir con ellas.
Lo cual no ocurrió y tuve que recurrir a una solución experimental de emergencia: escribir largo y tendido, escribir dos versiones (una breve, otra extensa) de un mismo asunto; ese fue el modo que encontré, un modo a veces agotador, a veces inquietante (me empecé a sentir capaz de condensar, criticar o burlarme de la nota "in extenso" en la versión breve, por ejemplo, como si una cosa fuese sencillamente la sombra o el titiritero o el gemelo malvado de la otra). 

A continuación, un ensayo sobre el problema de las limitaciones y sobre la banda medieval de niños, y al mismo tiempo sobre las posibilidades de hablar en la buena mesa, en la siempre amable página de los trabajos prácticos (donde una vez publiqué sobre el póker, otra sobre Messi y las promeas de juventud, y otra sobre pacman).