Los links invisibles: Tenis


Si hablamos de tenis, Federer, el gran jugador de todos los tiempos, nos es contemporáneo: su destreza y elegancia hacen que se lo compare con un samurai. A Federer sólo se le puede hacer una larga y enfática oda. No, en realidad no: ya la hizo el escritor (y antes tenista) David Foster Wallace, en uno de sus ensayos más conocidos: Federer como experiencia religiosa. Recordemos: en el tenis la cancha se divide en dos partes, así como hay un grandioso texto de Foster Wallace describiendo épicamente el juego de Federer hay uno, del otro lado de la red, donde destroza la “autobiografía” de una tenista famosa: el texto se llama nada menos que Cómo Tracy Austin me rompió el corazón. 

Casi una década después de la publicación de ese texto, Andre Agassi (ya retirado) contrata a un escritor fantasma para que le escriba la biografía. Agassi ha jugado contra el gran samurái y el escritor fantasma (J. R. Moehringer) ha leído a Foster Wallace y sabe cómo no se debe escribir jamás una biografía deportiva. Entonces, en una de esas conversaciones y peloteos millonarios, el escritor fantasma escucha que Agassi dice que ha odiado al tenis con toda su alma. Se da cuenta que ahí, en ese detalle, está el corazón del futuro libro, que luego llamará Open.

Ese es un “momento Gaudio”. Porque si de un lado están los que llaman “momentos Messi” o “momentos Federer”, donde contemplamos con asombro la ruptura de las leyes de la velocidad, la verosimilitud, la destreza y la Física, también existe el “momento Gaudio”. “¡Qué mal que la estoy pasando!”, dijo Gastón Gaudio en pleno partido de tenis y fue replicado para siempre. 

"Open", la autobiografía de Agassi, es un largo momento Gaudio narrado con encanto. El Martín Fierro podría ser literatura gauchesca + momento Gaudio. El gesto de Erdosain de llevarse las manos como rejas a la cara es un momento Gaudio. El personaje del ingeniero Bombita en Relatos salvajes está inspirado en la película Un día de furia + el momento Gaudio.

Pero, en realidad, el momento Gaudio más célebre se dio, valga la paradoja, del otro lado de la red y lo sufrió un mago apellidado Coria en una increíble final en polvo de ladrillo (¡contra Gaudio!). Coria empezó a cantarse a sí mismo el momento Gaudio y no dejó de escuchar ese estribillo y perdió el partido y el tenis para siempre. 

¿Dónde estará Coria, ahora? ¿Dónde estará Tracy Austin? ¿Qué tenis mirarán? ¿Conocerán la película Matchpoint, de Woody Allen? La escena inicial de esa película es en una cancha de tenis. No hay personajes, solo la pelota yendo de un lado a otro: el narrador nos habla de la suerte, de cuántas cosas en la vida dependen de la suerte y no del tesón o el cálculo: señala, particularmente, el momento en que la pelota golpea la red y se eleva y puede caer de uno u otro lado y cambiar los destinos para siempre. ¿Qué pensará Federer de esa alegoría precaria? El historial de Federer contra Gaudio indica que son todas victorias para el suizo. El historial de Federer contra Coria, ídem. Gaudio comenta que la primera vez que vio jugar a Federer, cuando ambos eran jóvenes y tenían todo el futuro tenístico por delante, dijo: “Ese es malísimo, nunca va a ser un número uno”. 

¿Alguien habrá dicho lo mismo del joven Foster Wallace y afortunadamente las palabras no cayeron en una red rota y llegaron a oídos de David, que dejó el tenis y se dedicó a escribir? Mejor terminar recordando que existe una banda llamada Tennis que tiene dos temas titulados algo así como "La mejor versión de mí mismo" y "Por la mañana seré mejor": parecen títulos de autoayuda para samuráis y antigaudios. 

De un lado de la red, la suerte; del otro, la impaciencia o el hartazgo. 
De un lado de la red, la astucia; del otro, el desencanto.
Y más allá, nosotros, que vemos como la pelota va y viene, hipnotizados por ese vaivén maravilloso y capital.