En el reino del qué hubiera pasado


Hace unos días salió la noticia de que científicos confirmaban la existencia de un universo paralelo. La noticia era falsa, al menos en este universo. La noticia que sí es verdadera es que el 2020 transcurre como el año del Covid19. Si antes de empezar el año nos decían que un virus obligaría a la población mundial a quedarse confinada, que se cerrarían fronteras y estaríamos aislados esperando la gran vacuna mientras la última versión del capitalismo quedaba en coma se hubiese escuchado un gran “plop”. Bien podríamos decir: este el año del “qué hubiera pasado si”, un año en que lo apenas imaginable tomó revancha, un año que hasta hace meses solo podría haber pasado un día en el universo paralelo. 

 Hubo, sin embargo, al menos tres ficciones que marcaron tendencia en la respiración del 2019 y que de alguna manera remota tienen que ver con todo esto. La primera fue la sencilla historia de un antihéroe: quizás lo más interesante de “Joker” no fue la actuación del señor Phoenix, sino que la película se situara en unos laterales años ochenta y lanzara esta indirecta: ¿Y si esta necesidad de glorificar superhéroes superegóticos que se las superbancan supersolos y son seminfalibles nos llevó a donde estamos? ¿Si el pasado (cinematográfico) hubiese sido distinto: seríamos quienes somos?

 Claro que esa indirecta es directamente norteamericana, del mismo modo en que lo son los premios Oscar, una institución que reconfiguró su propia historia otorgándole el premio a mejor película a una producción extranjera llamada curiosamente “Parasite” mientras la pandemia coronavirósica comenzaba su expansión. Es como si la pregunta del “Qué hubiera pasado si…” hubiese latido detrás de bambalinas y estatuillas de oro, suscitando un cambio (como mínimo “menor”) de dirección.

 La segunda ficción audiovisual que exploró el tema fue, casualmente, “Había una vez en Hollywood”: allí un Tarantino cinéfilo en grado nueve reconstruyó los sesenta hollywoodenses pero desde una pregunta menor, casi un mal chiste, ese tipo de preguntas que pueden rearmar narrativas: ¿qué hubiera pasado si en lugar de un artista refinado, el que vivía cerca del escenario del crimen de Sharon Tate era un actor de películas de acción que además tenía como amigo a su doble de riesgo, fornido y con corazón de pitbull? Esta voluntad de intervenir la historia ya recorría las venas del último Tarantino, que llegó a imaginar la muerte de Hitler en un combo cinemático todavía atado a la ética del suspenso continuo. “Había una vez en Hollywood” es una película de casi tres horas en donde el escenario y el retrato de época (no la épica, ni el suspenso) se comen el film: Tarantino parece ejercer la crítica y la autocrítica: ¿qué cine nos perdimos, a qué cine masacramos, qué hubiera pasado si…?

 La tercera ficción vino del otro lado del mapa y fue la que mejor supo captar el clima de época, ese mix cada vez más letal de turismo catástrofe y utopías mala onda miradas desde la semiconfortabilidad del núcleo familiar. En “Years and Years” podemos ver como una familia disfuncional seminclusiva inglesa acompaña el paseo al borde del apocalipsis del planeta entero: bomba nuclear, colapso bancario general de primer mundo, campos de refugiados, etc. Todo mientras el sistema general amenaza estallar y sigue perfeccionando su salvajismo. Con Black Mirror e Years and Years el “qué hubiera pasado si” fue disparado como una flecha hacia el futuro serial de nuestras experiencias. De esa manera, ambas series lograron ser, por unas temporadas, el canto de cisne de las distopías. Después les pusieron barbijo.

 Pero sería inapropiado destinarle al 2019 no solo la marca registrada del COVID19 sino el poderío sobre un modo social de imaginarnos y la insistencia repetida sobre una pregunta. Ahí están, por ejemplo, las novelas de César Aira, especialista continuo en el “qué hubiera pasado si”; ahí está también la novela “El hombre en el castillo” (1962) donde el cada vez más contemporáneo Philip K. Dick imaginó un mundo donde la segunda guerra mundial la ganaban Alemania y Japón. Es curioso el vínculo genético que todas estas obras y autores tienen con la historieta. De hecho, el final de Years and Years es básicamente un final que vira hacia la autoayuda y ¡el animé! Y no olvidemos, entonces, la saga “What if” de Marvel, especializada en imaginar qué hubiera pasado si algo en ese mundo de superhéroes era distinto: qué hubiera pasado si Wolverine era el rey de los vampiros, qué hubiera pasado si el hombre araña no se convertía en un luchador contra el crimen, etcétera.

 Existen preguntas tenebrosas: ¿Qué hubiera pasado si transitábamos la pandemia sin Ministerio de Salud? ¿Qué hubiera pasado si el país no se endeudaba por enésima vez en millones de dólares fugados? Son todas preguntas simples en la época donde lo que no imaginábamos se va haciendo su lugarcito. Pero: ¿existe la posibilidad de contarnos historias sin persistir en un estado lúgubre o en la historieta adictiva del fin de los tiempos? Quizás sea mejor, entonces, seguir escuchando y transformar la potencia del qué hubiera sido en la posibilidad del qué pasaría si. Como hace Donna Harraway, que en el documental/entrevista “Cuentos para la supervivencia terrenal” dice: “Aprender cómo contar otra historia y cómo aportar cosas al trabajo de quienes ya están contando de manera diferente”. Qué hubiera pasado si versus qué pasaría si. El mundo paralelo versus el mundo paralelo en este mundo.


(Publicado en Hoy Día Córdoba)